BLACKADDER

Cuando hablamos de Rowan Atkinson, a la gran mayoría le viene a la mente de manera inmediata, la serie MR. BEAN, su personaje más famoso, cuyo éxito lo ha convertido en un icono cultural, con serie de dibujos animados y todo. Pero a mí, cuando oigo o leo sobre Atkinson, el primer recuerdo que me asalta es el del actor embutido en unas coloridas mallas inmerso en un escenario medieval.

Sí, THE BLACK ADDER, LA VÍBORA NEGRA o L’ESCURÇÓ NEGRE (que es como la conocí, emitida en la TV3 catalana cuando se podía ver en territorio valenciano) es la obra con la que más identifico a su protagonista. Vista hoy de nuevo, disponible en la plataforma FILMIN (por favor, más series clásicas, que ustedes sí saben de esto) sigue aguantando perfectamente el tipo y arranca sonrisas y carcajadas en sus cuatro breves temporadas.

La primera temporada está ambientada en la Inglaterra medieval (The Black Adder), la segunda en la época isabelina (Blackadder II), la tercera en el periodo de la regencia de Jorge IV (Blackadder The Third) y la cuarta y última, se desarrolla durante la 1ª Guerra Mundial (Blackadder Goes Forth).

Todas ellas son magníficas, pero en mi opinión, la creación de Atkinson y Richard Curtis (a los que más tarde se sumaría Ben Elton a los guiones), tras una primera algo más floja (sin desmerecerla para nada), despega en su segunda temporada y no deja de elevarse, hasta alcanzar un glorioso nivel.

Junto a Atkinson, hay que destacar a su fiel sirviente Baldrick, un maravilloso Tony Robinson, encarnando a un personaje entrañable y repugnante a un tiempo. Acompañando a ambos, podemos disfrutar del trabajo de un excepcional elenco de intérpretes, con algunas de las figuras más relevantes de la comedia británica: Stephen Fry, Hugh Laurie (con personajes bastante alejados de su atractivo Dr. House), Miranda Richardson más alocada que nunca, Tim McInnerny que está estupendo (Captain Darling!!) o, de manera más episódica, a Brian Blessed, Patsy Byrne o, palabras mayores, Adrian Edmonson y Rik Mayall (ELS JOVES o LA PAREJA BASURA).

Todo un placer para disfrutar de una inteligente y ácida comedia, con su punto escatológico, que está a la altura, si no por encima, de la celebérrima BEAN.