ARMY OF THE DEAD (2021) de Zack Snyder VS. PENINSULA (2020) de Sang-Ho Yeon

Dos directores que vuelven a sus orígenes revisitando el género de los muertos vivientes, casualmente con una trama muy similar en ambos films, y lamentablemente con unos resultados también muy parecidos. Para mal.

ARMY OF THE DEAD cuenta como un grupo de curtidos expertos se adentran en una ciudad de Las Vegas, aislada debido a un brote zombie, para conseguir buena parte del dinero que aún conserva la ciudad de los casinos.

PENÍNSULA narra como un puñado de perdedores, que lograron escapar de la infección zombie en Corea del Sur, se ven abocados sin esperanza alguna, a volver a la península para conseguir un botín millonario que se encuentra abandonado en un camión.

Ya en los argumentos, mucha originalidad no hay.

Soy muy fan del DAWN OF THE DEAD de Snyder y reivindico, desde su estreno, que está al mismo nivel (incluso siendo superior por momentos) que el original de Romero. Me pasa un poco como con el remake de LAS COLINAS TIENEN OJOS de A. Aja. Casos excepcionales de nuevas versiones tan buenas o más que las genuinas. Después de AMANECER es cierto que su filmografía ha tenido altibajos y la reconozco irregular, hay cosas que me gustan más y otras menos, pero ninguna ha llegado al nivel de su ópera prima.

Fue criticado por su BATMAN VS SUPERMAN, después vino la terrible desgracia que le impidió terminar su JUSTICE LEAGUE… y años más tarde la polémica que siguió a todo esto, con el (re)estreno de su versión del film no hace muchos meses.

Ahora se anunciaba, a bombo y platillo, nueva película del controvertido director que volvía de nuevo al género con un film de zombies, con Dave Bautista de protagonista avalado por la plataforma (y sus dineros) de Netflix.

Pues bien se podía haber ahorrado este regreso. Previsible, aburrida, y con muchas estupideces de esas que molestan al espectador con un mínimo de exigencia. Sobre todo, lo relacionado con la hija de Bautista (por qué siempre hay un personaje así? Es que todo se ve venir desde el minuto 1…!), personajes de cartón-piedra, tipos repetidos una y mil veces en las películas de este estilo, actitudes y reacciones sin pies ni cabeza. Algo similar a lo de la hija pasa en la coreana, con las niñas «fast and furious». El efecto Spielberg?.

Una total pérdida de tiempo, de presupuesto y de (falta) de talento de un director que en ocasiones acierta y en otras, como la que nos ocupa, se tropieza estrepitosamente. Un tostón.

Con PENINSULA pasa tres cuartos de lo mismo. El film original de Sang-Ho Yeon, TRAIN TO BUSAN fue una refrescante sorpresa, que sin ser ninguna obra maestra, sí presentaba una adrenalítica aventura que te dejaba atado al asiento de principio a fin y presentaba ciertas nuevas ideas e ingeniosas maneras de plasmarlas en pantalla. Su gran éxito ha llevado, como era de esperar, a la creación de esta secuela, muy, muy inferior.

De lo peorcito del film, como decía antes, la presencia de esas dos niñas pequeñas que han sobrevivido años en una zona infectada por zombies caníbales y, además, bandas de delincuentes aún más hijos de puta que los muertos (como suele pasar, también en estos films). Niñas expertas en conducción, cuyo nivel ya querría Toreto o el Torete, que igual manejan un 4×4 que un camión, que coches teledirigidos de juguete que les ayudan en misiones que ya querría Tom Cruise en MISIÓN IMPOSIBLE. Muy creíble todo.

Mucha persecución en automóvil, con unos efectos bastantes chungos para una producción de estas carcterísticas (es muy evidente la animación, mucho mejor en multitud de videojuegos actuales), mucha chorrada, como en el film de Snyder (el villano histriónico es criminal, en el peor sentido de la palabra cuando se habla de un actor, la gilipollez mil veces vista del espectáculo rollo coliseo romano cambiando leones por muertos vivientes, etc.). Alguna escena se salva y consigue estar quizá un puntito arriba que la cinta americana, pero ninguna de ella merece la pena y se olvidan tras finalizar los créditos. Incluso antes. Por salud mental, será.

Castañas zombies.