FORT BRAVO (Escape From Fort Bravo, 1953) de John Sturges

Me encanta el western clásico, eso es obvio y cualquiera que eche un vistazo al contenido de este blog podrá comprobarlo. Pero dentro del western, existen ciertos subgéneros, si se les puede llamar así, por lo que tengo mayor o menor preferencia: pistoleros, indios, vaqueros, granjeros contra ganaderos, ganaderos contra granjeros, venganzas, norte contra sur… De todos ellos, el que me resulta menos atractivo de todos es el western con el ejército yankee de protagonista. Siempre hay excepciones (y en el western hay muchas y de un alto nivel), pero por lo general, el exceso de banderitas, patrioterismo, indios muy malos y salvajes y blancos muy buenos y civilizados, como el 7º de caballería, me carga (perdón por el chiste malo).

En cambio adoro casi todo el trabajo del director John Sturges, cuya filmografía sobresale en este género (DUELO DE TITANES, LOS 7 MAGNÍFICOS, EL ÚLTIMO TREN A GUN HILL, LA HORA DE LAS PISTOLAS, etc.) aunque también tiene joyas en el bélico, por ejemplo. LA GRAN EVASIÓN es uno de esos pocos films que todos tenemos, que cuando ves en tv no puedes evitar engancharte y volver a verlo. Y de esos pocos, unos cuantos de los míos pertenecen a Sturges.

En FORT BRAVO hay un poco de todo. La trama nos cuenta como el Fort Bravo del título, se ha convertido en una cárcel para soldados confederados en una tierra rodeada de indios mescaleros con muy malas intenciones. Allí un oficial muy duro (estupendo como siempre William Holden) se enamora de Eleanor Parker, una hermosa joven que visita el fuerte para asistir a la boda de su amiga, aunque su verdadera intención es liberar a William Forsythe (el Blake Carrington de DINASTÍA y la voz del Charlie que hablaba a los ángeles), el cabecilla de los prisioneros sudistas.

Quizá no sea la mejor muestra del cine de Sturges, sobre todo en su primera mitad, pero el director se redime en toda la secuencia final donde un reducido grupo es emboscado por los indios. En un minúsculo espacio físico (por cierto, que fabulosos planos y que uso de los paisajes del oeste en todos sus films!) converge toda la acción con largas secuencias (fenomenal la de los indios midiendo el alcance de las flechas) pero sin restar un ápice de ritmo ni de interés a lo que pasa en pantalla.

Aunque con un final bastante previsible, es un film que en conjunto merece mucho la pena y que ya muestra el gran talento que despuntará el director en sus mejores obras.

Buenos secundarios también, como William Demarest o William Campbell, discípulo de Kirk Douglas en LA PRADERA SIN LEY y futuro klingon.

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