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Es una lástima cuando ves que un director que llegó a deslumbrar con una cinta como TRAINING DAY, que a mí me entusiasmó en su día, cae proyecto tras proyecto en productos anodinos, más o menos potables o directamente infumables. Esperas que remonte, pero parece que nunca llegará esa nueva obra que vuelva a fascinarte.
Faqua, como digo, ha rodado algunos films correctitos, pero alejados todos de la brillantez de la película protagonizada por Washington y Hawke. En el caso de INFINITE, hablamos de una de sus propuestas más fallidas.
Un argumento patatero que mezcla y afana de muchas otras muestras del género de ciencia ficción, y también del cine de acción más actual, pero cuyos ingredientes no cuadran y están muy mal cocinados. Personajes planos y con motivaciones díficilmente entendibles, con desarrollo cero, tramas y diálogos dignas de una clase de educación infantil, hacen de INFINITE un aburrido, previsible y superfluo film que se olvida nada más terminar de verlo. No sé cómo estará la novela que adapta, pero desde luego la versión cinematográfica es una castaña infinita.
Muy poca cosa.
Dos facciones diferentes de una raza de seres inmortales, que se reencarnan recordando sus vidas pasadas, así como sus experiencias y habilidades adquiridas durante cientos de años, luchan entre ellas por el destino de la Humanidad. Unos no se sabe muy bien qué hacen por el bien de los humanos mortales, los otros están hasta los huevos de vivir para siempre. Y precisamente un huevo es lo que necesitan para acabar con todo ser vivo. Mark Whalberg es el bueno que se reencarna y al que le cuesta recordar, Chiwetel Ejiofor (desatadísimo y exagerado) es el malo que busca un huevo extra para exterminar y exterminarse. Suena a argumento de garrafón? Pues eso. Huir.